domingo, 10 de julio de 2011

Cuento para mayores

Cuento o ¿realidad pura?

Erase una vez una bruja muy fea que padecía disfemia y que vivía en un Condado al nordeste del Reino, incluso a veces hablaba una lengua extraña que la hacia diferente al resto de los súbditos del Reino, pero esto era una característica diferencial que a ella y a otros ciudadanos de este Condado les parecía alagar, a pesar de que desde pequeña se había educado (tal vez poco) en la lengua materna de más de quinientos millones de personas, del mundo entero.
Habitaba en un siniestro lugar frente a una cárcel y vivía rodeada de una corte de vasallos insignificantes, eunucos mentales que la  bailaban y  reían sus ocurrencias. No podía ser de otra manera, porque de lo contrario la malvada bruja tomaba crueles represalias con ellos; tales como negarles el acceso a sus aquelarres, o despojarles de los carruajes con los que se desplazaban. El quedar fuera de su circulo malvado era sinónimo de que podían desaparecer arrastrado por las manos de los  vasallos del nivel inferior que estaban clamando por salir de la mediocridad de su medio.
Un maldito día la bruja llamó a su corte de vasallos insignificantes eunucos mentales y con su habitual manera de expresarse les dijo: como ya nos hemos comido   la hacienda y el sustento, del territorio que hemos invadido ahora toca exterminar a sus lideres, para que nunca puedan  revelarse, puesto que en su mayoría son más inteligentes que vosotros y terminarían por convenceros de que lo que ahora defendéis no es más que el fruto de anteriores expolios parecidos a este.
Entonces los enanos eunucos mentales saltaron de regocijo y aplaudían eufóricos, esta vez, de nuevo se habían salvado dentro de su mezquina mediocridad. Corrieron a cumplir las ordenes de la bruja, llevaban  en sus sudorosas manos el documento que condenada a aquel  súbdito al ostracismo, vamos  para entendernos al paro; un día elegían a aquel otro día a otro, siempre de manera rastrera y cobarde, fijaros si lo eran que siempre iban de dos en dos; tal vez era porque temían que el súbdito al que condenaban les podía rebatir la idea y demostrarles que lo que estaban haciendo era un atropello. Después de cometer tan deleznable hecho y acompañados por algún inquisidor de la ciudad se refugiaban en alguna hospedería donde sin el menor remordimiento cenaban y lo peor, después podían dormir.
Esta orgía de poder maquiavélico duró hasta que un día la Gran Bruja Mayor de todas las Brujas, las llamo a estas brujas de la periferia a capitulo en la Capital del Reino, eso que tanto detestaba la bruja disfemia, precisamente ahora que ya había diseñado un plan para poder legar “su reino” a su sucesor y así continuar en la sombra chupando de la pócima que había chupado en los últimos lustros.
¿Qué pasaba?, pues que o bien la Bruja Mayor, se había enterado de las siniestras maquinaciones de las otras brujas más pequeñas o que con la consabida crisis (vale para todo), ya estaba bien de despilfarros y de repartirse el botín sin su consentimiento; por tanto las conmino a todas que tendrían que casarse entre ellas (matrimonios de hecho) y desde ya tendrían que hacer los deberes todos los días y las notas que no fueran buenas recibirían el consiguiente castigo.
Desde ese día la bruja del Condado del nordeste no puede dormir, porque ve que sus días de poder sin limite se acaban y que decir de sus eunucos mentales que la rodean, algunos padecen incontinencia urinaria, otros diarrea crónica y la mayoría encomiendan su alma (puesto de trabajo) al diablo ; porque Dios hace tiempo que los ha condenado.
Moraleja: No escupas al cielo porque el esputo te caerá en la cabeza o a todo cerdo le llega su San Martin.

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