¿ Cuantas
veces hemos escuchado la frase “sentados alrededor de una buena mesa”?, ¿ que
quiere decir esta frase?, ¿tal vez nos referimos a la calidad del material con
la que está construido el mueble?, ¿ a la calidad de las viandas?, ¿al
ambiente?.
Para mi es
mucho más simple, es espiritual, lo conforman diversas cosas, muchas veces
inmateriales y a lo que menos interés le pongo es precisamente a la comida.
A estas
alturas de mi vida, pequeños detalles son muy importantes y a determinadas
cosas las doy un valor que a lo mejor para otros es insignificante;
precisamente a eso, contaré el muy agradable almuerzo que el otro día compartí
con mi amigo Braulio.
Las chicas
(Mila & Lola) se quedaron en la playa disfrutando de un magnifico día de
sol y nosotros nos encaminamos a su casa para preparar el almuerzo.
Una
magnifica barbacoa, de la que nos repartimos desde el principio las tareas.
Mientras Braulio se encargaba de encender el fuego, con un nuevo método que
alguien le había sugerido y por el que en escasamente diez minutos tienes unas
ascuas magnificas; yo me encomendé en la cocina a elaborar una salsa
“chumichurri”, especialidad que tengo de mis años de AR, que me salio
aceptable, aunque Braulio la elogio como si hubiera sido algo fuera de la
común.
Preparamos
unos aperitivos para ir picando mientras se cocinaba la carne, a todo esto no
parábamos de hablar, es como si nos faltara tiempo, tratamos de todo lo humano
y hasta nos atrevimos con lo divino, total que se nos pasó en el tiempo de la
elaboración en un instante; luego llegó lo mejor, nos “sentamos alrededor
de la mesa”, la charla seguía cada vez más animada, se abrió una
botella de un magnifico caldo de la Ribera del Duero, copa va, copa viene, yo
hacia meses, tal vez años que no tomaba vino, pero la verdad era que ese
momento me apetecía un montón y aquí es donde yo quiero resaltar lo importante
que es precisamente esto tan simple como
compartir mesa y mantel con los amigos.
Conozco a
Braulio hace casi treinta años, desde un día en el que mi hijo Jaime estando en
la Playa de San Juan, confundió su entonces “incipiente pancita” con una
colchoneta del parque de atracciones, salto va, salto viene y Braulio lo encajo
con su proverbial carcajada; Lola y yo nos queríamos meter en el mar y nadar
como poco hasta Ibiza ¿qué disculpa inventábamos para decirle a aquel señor de
bigote poblado que Jaime era nuestro hijo?, no fue necesario, en ese instante
resultó que éramos vecinos de la misma urbanización y ellos (Mila &
Braulio) también tenían dos “pequeñajas”, aunque la verdad menos saltarinas que
el nuestro. De Carlota no digo nada porque ella era mayor y pensó que para
“pancita” tenia la de su papá.
Desde
entonces la amistad de los cuatro sobrevive al tiempo y a la distancia,
nosotros hace muchos años nos marchamos de Madrid, pero cada vez que nos
encontramos es como si hubiésemos estado charlando antes de ayer y esto es
precisamente lo bueno, continuamos siendo los mismos.
Bueno a lo
que voy, el almuerzo y la larga sobremesa fue extraordinaria, se extendió sin
darnos cuenta hasta más de las seis de la tarde, que fue cuando las chicas nos
llamaron por teléfono para recordarnos
que existían y que el sol en la playa ya había desaparecido, si no hubiese sido
por ellas tal vez hubiéramos continuado bla, bla, bla, y más bla.
Estos son
los momentos a los que me refería al principio,” sentados alrededor
de una buena mesa”, y compartir con los amigos unas viandas, vino (o lo
que sea, incluso Coca-Cola), pero lo más importante del momento las largas
charlas. Fue una magnifica tarde.
¡¡ Esto es
todo amigos !!