viernes, 19 de mayo de 2017

PALOMAS Y PALOMEROS

Desde el principio debo admitir que a mí nunca me han gustado las palomas; incluso cuando mi madre de pequeño me llevaba de paseo al Parque del Retiro en Madrid y teníamos que cruzar la Plaza de Cibeles, frente al antiguo edificio de Correos y que estaba siempre lleno de palomas igual que a la entrada del Retiro, nunca las di de comer ni me hice fotos ni se me ocurrió intentar cogerlas, siempre me han dado asco. Pero lo de entonces en comparación a lo que sucede ahora nada tiene que ver, ahora son una autentica plaga que han invadido todo Madrid.
En las proximidades del Parque de Berlín, donde circunstancialmente resido, somos víctimas de una invasión de palomas y últimamente de otros pájaros muy ruidosos que algunas personas me han dicho que son cotorras argentinas. No me explico cómo estos últimos colonizadores han podido llegar hasta aquí, pero la cruda realidad es que cada día hay más, incluso yo creo que han desplazado a los gorriones habitantes de toda la vida de nuestros parques. A mi me resultan especialmente ruidosos porque se juntan en colonias numerosas y pareciera que siempre están discutiendo.
Pero a lo que voy, las palomas que han proliferado a cientos últimamente, están dejando a su paso una estela de excrementos sumamente dañinos que arruinan los balcones, ventanas, automóviles, y mobiliario urbano a su paso. Parece que el Ayuntamiento este asunto no lo debe de tener en cuenta. Si dejas el coche aparcado en la calle cuando lo vas a recoger está cubierto de excrementos de los “puñeteros pájaros” con el consiguiente perjuicio de que si no lo lavas rápido se queda una marca en la pintura que no se puede quitar.
Hasta aquí lo de las palomas y ahora va lo de “los   palomeros”, que es como yo llamo a esas personas que imbuidas de un espirito ecologista/animalista se empeñan en nutrirlas con toda clase de alimentos que van desde el pan hasta pienso para aves o granos de trigo. Estoy seguro que en su afán de proteger la fauna avícola no reparan que los que vivimos por estos lugares tenemos que sufrir las consecuencias escatológicas de los pájaros. Me pone de los nervios esos papas que se empeñan en que sus pequeños le den de comer a las palomas, eso si, después de dejar el montoncito de pan o lo que sea se suben a sus coches y desaparecen, con la conciencia tan ancha por lo que acaban de enseñar a los pequeños. Ellos la buena obra y nosotros a quitar la porquería. Yo creo que deberían también de enseñar a sus pequeños que los pájaros tienen un tránsito intestinal parecido al de los humanos y que el final es parecido, con la diferencia de que los papas enseñamos a nuestros hijos que eso se hace en el váter y a los pájaros es imposible. A más de uno les he hecho la observación de: ¿Por qué no les das de comer a las palomas en el recinto del parque, en lugar de hacerlo en la calle junto a las viviendas y los vehículos?, me miran, algunos perdonándome la vida, y siguen a lo suyo, seguro que luego comentarán que soy un energúmeno que quiere que el símbolo de la paz ¿.? desaparezca.
Creo que esto no es una batalla perdida, es una guerra perdida; seguiremos padeciendo esta plaga de pájaros sin control que tanto daño nos está haciendo a los que vivimos en este contorno. En este punto recuerdo que el Ayuntamiento de Salamanca hace años tuvo que intervenir al respecto para desalojar las palomas del entorno de la Catedral, porque los excrementos estaban dañando la piedra de la fachada. Me pregunto:¿ por que el Ayuntamiento de Madrid no pone algo de control sobre este asunto y lo soluciona?

19 de mayo del 2017 

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